lunes, 2 de diciembre de 2013

EL PROBLEMA DE TOMAR VINO CON LA COMIDA


Desde hace unos  años experimentamos lo que podríamos llamar el “boom del resveratrol” tras el descubrimiento de la gran cantidad de propiedades beneficiosas de esta familia de sustancias presentes en la piel de la uva.

Desde ese momento ha pasado a considerarse que “un vaso de vino con las comidas” actúa como preventivo de las enfermedades más temidas por nuestra sociedad el cáncer y las patologías vasculares y cardiacas. Sin embargo, esta afirmación es correcta solo teniendo en cuenta las propiedades del resveratrol, aislado como principio activo, no del vino completo por lo que esta afirmación entraña importantes riesgos para la salud.

Los beneficios del resveratrol:
El resveratrol forma parte de la piel de moras y uvas y tiene la función de protegerlas del sol y del estrés. Estudios recientes han demostrado la utilidad de esta molécula  para prevenir el cáncer y las enfermedades vasculares ya que evita la acción de las agentes oxidantes a los que estamos expuestos (derivados del oxigeno). La oxidación del ADN por parte de los radicales libres es el punto de inicio del cáncer y por otro lado la clave del envejecimiento celular de todas las células.
Además de ser un potente antioxidante se atribuyen al resveratrol también efectos antiinflamarios , y sobre la agregación plaquetaria y la coagulación. Aunque estos últimos efectos están todavía en estudio.

A pesar de todos los beneficios del resveratrol presente en la piel de la uva  que acabamos de mencionar, En ningún caso podemos afirmar que el consumo de vino o otro alcohol acompañando la comida evite la enfermedad cardiovascular . La comida, como por ejemplo la carne, contiene almacenada en su grasa una gran cantidad de toxinas especialmente la que requiere preparación, además al someter el alimento a alta temperatura y mezclarlo con otras sustancias como el aceite se generan un montón de sustancias nocivas pro-cancerígenas. POR SUERTE, la mayoría de estas sustancias son compactas y poco solubles por lo que las eliminamos con las heces sin ser absorbidas, salvo que las disolvamos en alcohol. El alcohol es el disolvente perfecto para estos tóxicos que tendrán así la oportunidad de ser absorbidos y pasar a nuestro organismo.  

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